
Este día se conmemora con el fin de generar conciencia sobre el impacto de los defectos congénitos, alteraciones estructurales o funcionales, visibles o no, que están presentes desde que el niño nace, pero pueden no ser hereditarias.
Estos pueden tener un origen genético, infeccioso o ambiental, aunque en la mayoría de los casos resulta difícil identificar su causa. Los defectos congénitos más frecuentes son las malformaciones cardíacas, los defectos del tubo neural y el síndrome de Down.
Los defectos al nacer son la segunda causa de muerte en los niños menores de 28 días y de menos de 5 años en las Américas. Para los bebés que sobreviven y viven con estas condiciones, los defectos de nacimiento aumentan su riesgo de discapacidades a largo plazo.
Muchos se pueden prevenir o tratar. La ingesta suficiente de ácido fólico y yodo durante el embarazo, la vacunación contra la rubéola a las mujeres (que pueden transmitirlo a sus hijos durante el parto) y los cuidados prenatales adecuados constituyen algunas medidas clave en este sentido.
<< Un diagnóstico oportuno nos da la posibilidad de no dejar a nadie atrás. >>